Soy hijo de una familia viajera; ya con pocos meses mis padres me pasearon por África una aventura que a un crio europeo le deja profunda huella. Luego, de joven y siempre que las vacaciones escolares lo permitían, salíamos a viajar por el país.

Aun joven, pero ya adulto, me cambié al país en donde me quedé viviendo los últimos 43 años. No fue mi último gran viaje… siempre que el empleo me lo permitía, en mochila, barco, avión o coche me largaba hacia donde lo permitían el tiempo y mi economía.

Y así recorrí la Peninsula Ibérica, los Picos de Europa, los Pirineos, Portugal, parte de Europa, india, Vietnam … pero siempre atenazado por el parco tiempo de vacaciones y la economía.

Y me prejubilé de seguida que me fue posible; ahora, finalmente, era dueño de mi tiempo y podía dar rienda suelta a mi deseo de viajar y cumplimentar viejos proyectos de viajes…

Ahora que era dueño de mi tiempo se imponía viajar de otra forma, tranquila, sin prisas ni fechas límite y esto constituía un nuevo aliciente para mi vida. Descartado el avión – de siempre los aeropuertos han constituido para mí un insufrible agobio – y de barco, no me veía enlatado en cruceros, una forma de viajar que de siempre me resultó repelente; me resultaba algo así como vivir en un hotel de lujo, atiborrándote de comida y luciendo tipo e yo prefiero mirar con calma, ver cómo viven y se relacionan las personas, cultura y hábitos diferentes a los míos y de mi país… Compartir con sumo respecto las vivencias de los demás diferentes de ti y eso se me antoja sobradamente complicado hacerlo viajando en crucero.

La «Bestia» en Noruega

Cabía la posibilidad de viajar en coche, pero el mío ya no estaba para muchos trotes, así que era hora de cambiarlo y tenía muy claro que debería ser por una furgoneta.

Me gusta la velocidad y de siempre tuve coches con suficiente cilindrada para que te pusieran los pelos de punta y pasarme a una furgoneta, era algo que se me antojaba lento y enorme … me hundía en un mar de dudas; ¿Me adaptaría a la conducción de un trasto de este tipo? ¿No me agotaría la economía el excesivo consumo? ¿Y el gasoil? … tenía fama de ruidoso, apestoso, contaminante y además estaba casi al mismo precio que la gasolina.

Estaba claro que, pese a todo lo anterior, quería una furgoneta porque mi nuevo estilo de viaje, largo en el tiempo y amplia geografía, requerían espacio, entre otros que me pudiese servir de hotel ambulante para un solo viajero… yo. Luego estaban mi equipo fotográfico, el ordenador, artilugios de camping, etc.

 

Euro 6

Y aquí me tienes leyendo todo lo que podía sobre furgonetas, marcas y modelos; la cosa había cambiado muchísimo y la tecnología de hoy (2019) prometía vehículos más rápidos, más seguros, con un consumo más eficiente y menos contaminante.

El Euro 6, la última normativa sobre vehículos a motor, prometía una contaminación idéntica a los turismos actuales.

Así que, salvadas las dudas técnicas, ahora estaba claro que iba a por una furgoneta tipo California. No obstante, y antes de visitar los diferentes concesionarios, era menester que hiciese la respectiva lista de necesidades. No se trataba de comprar cualquier furgoneta sino obtener un vehículo que me permitiese, además de lo anteriormente expuesto, llevar a amigos y familia en posibles escapadas.

Así pues, mi furgoneta llevaría 8 asientos y por ello descartaba una camperización – nombre que significa una modificación general del interior, adaptando la furgoneta con lechos para dormir, cocina, armarios nevera etc… Yo tan solo necesitaba un lecho esporádico, y descartaba cocinar o lavar platos en el interior de un vehículo en donde prácticamente no te puedes poner de pie. Por el contrario, valoraba mucho más poder llevar varias personas.